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Ángel Delgado: "La Toma de Lima ha sido una asonada antidemocrática del castillismo"

22/01/2023-ContraPoder (Diario Expreso)


Constitucionalista y analista político. Egresado de la facultad de derecho de la PUCP. Ángel Delgado Silva tuvo su primera participación política en las elecciones generales de 1980 como candidato a la Cámara de Diputados. En las elecciones municipales de 1980, resultó elegido regidor de la Municipalidad de Lima en la lista que llevó como alcalde a Alfonso Barrantes Lingán. Fue reelegido en las elecciones de 1983 y 1986. Se desempeñó como Secretario de la Presidencia del Consejo de Ministros de Juan Carlos Hurtado Miller. El 2006 volvió a ser electo regidor metropolitano para el periodo 2007 / 2010. El 2012 fue nombrado jefe del Gabinete de Asesores de la Presidencia del Consejo de Ministros. En la década de los noventa fue uno de los promotores del Foro Democrático. Es Presidente de la Coordinadora Republicana, colectivo que fundó el 2019. Sin duda, una de las mentes más lúcidas de las últimas décadas. Dialogué con él.



El 19 de enero, la capital de la República fue asediada por la protesta que llegó desde algunas regiones. Para muchos se trataría de la reedición de la marcha de los cuatro suyos, apreciación exagerada si valoramos la cantidad de manifestantes, sin embargo, otros calificaron este acto como reacción a un estado que todavía permanece de espaldas a las demandas sociales. Pregunta ¿Usted cómo califica “la toma de Lima”?


Antes de responder permítame una digresión. El pasaje bíblico sobre la Torre de Babel evidencia que confundir las lenguas fue un castigo divino superior al diluvio o las lenguas de fuego. Incapaces de entenderse la humanidad se dispersó. Considero que, si los peruanos no podemos entendernos, porque los significantes no coinciden con los significados, si usamos la misma palabra para designar cosas muy distintas, estamos perdidos como comunidad política. ¡Así de simple! En consecuencia, me tomo la licencia de corregir su pregunta: “El 19 de enero, el asedio a la democracia peruana desde la caída de Castillo, se trasladó a Lima en perfecta simultaneidad regional”. Es decir, no hay protesta (entendida como reclamo social o económico válido. Hay actos subversivos, encubiertos de movilizaciones. Éstas son apenas un simulacro, un vulgar pretexto, para quemar aeropuertos, desabastecer ciudades, atacar comisarias, etc.


Por ello, nada en común con la “marcha de los 4 suyos”, no solo por lo cuantitativo, sino porque fue contra una dictadura reeleccionista. Tampoco las demandas sociales insatisfechas por el Estado no explican ni justifican la violencia terrorista, –porque aterrorizan a la población para doblegar la voluntad del país. Lo contrario implicaría que el Perú lo los 80’, más pobre y desagarrado que el actual, legitimaba la aparición de SL.


En consecuencia, como ya como el término adelanta, “la toma de Lima”, ha sido en lo fundamental una asonada antidemocrática del castillismo desplazado del poder, para cambiar nuestro régimen constitucional histórico.


De acuerdo, por eso las comillas. Frente a esos actos, el gobierno reaccionó decretando el estado de emergencia ¿considera correcta o incorrecta esta decisión?


El estado de emergencia es una institución constitucional que la democracia utiliza para su legítima defensa. Al suspender los derechos fundamentales de reunión y de desplazamiento, se protege la vida de las personas, impidiendo que concurran a la situación violenta donde se arriesga a ser alcanzado por las balas. Igualmente, la captura de las personas y allanamiento de sus domicilios, por parte de la policía sin mediar orden judicial, facilita el descabezamiento de la acción subversiva y con ello su propia ejecución. Bien utilizada permite adelantarse a los hechos, tomar medidas preventivas que disuaden de una colisión con resultados fatales.


Hay 53 fallecidos, centenares de civiles y policía heridos y un sector importante de la población enardecido contra el gobierno de Dina Boluarte ¿Fue acertado nombrar al ex Ministro de Defensa como Presidente del Consejo de Ministros?


Salvo Alberto Otárola no había quién pudiese presidir el Gabinete, pletórico de una acusada medianía tecnocrática y con una objetiva ausencia de talento político. Los decesos, sin duda lamentable, no se le puede achacar a él, principalmente, sino a quienes le han declarado la guerra al Estado de Derecho, la Democracia Constitucional y a la República bicentenaria. Quizá la falla del Premier consista en la vacilación, lentitud y rechazo, que acusa todo el Gobierno, empezando por la señora Presidenta. Creo que, de haber actuado con firmeza y oportunidad, en el marco de la Constitución y la ley, ese costo social sería significativamente menor.


La presidenta ha dicho que no va a renunciar y, es más, en un acto para la concertación o la ironía, invitó a Palacio a los manifestantes para dialogar “en paz”. ¿Boluarte debería renunciar? ¿Pesa sobre ella alguna responsabilidad política sobre las muertes?


No debería renunciar por la presión violentista. Sería una capitulación ignominiosa, que únicamente favorecería a los enemigos de la democracia. Pero si se reconoce ella misma, su incapacidad para asumir la grave responsabilidad de la hora, podría hacerlo, activándose de inmediato la sucesión establecida por la Carta Política sin duda alguna.


En cuanto a la responsabilidad, sí como sucede siempre su responsabilidad será política, y no penal, aunque de acuerdo a la Constitución esta se hace efectiva a través de los Ministros (Arts. 120º y 128º).


Usted además de constitucionalista es un teórico que conoce cómo razona la izquierda. Esta izquierda que ahora se ha puesto delante de las manifestaciones, aún a pesar del golpista Castillo, los sentenciados Vladimir Cerrón, Goyo Santos, los extremistas Antauro, Bellido, Bermejo y los tibios como Verónica Mendoza. ¿Tiene alguna posibilidad de, en una eventual elección, llegar al gobierno?


Esta izquierda ya ha sido gobierno y su performance ha sido un auténtico desastre, reconocido urbe et orbi. El fallido golpe de Castillo fue el colofón terrible de algo que siempre, desde el comienzo, estuvo mal. Y para colmar la tragedia a su expresión menchevique le toca sepultar al castillismo inepto y corrupto, mediante una transición a la democracia, admisión explícita que lo anterior no lo fue.


El presente asalto a la democracia es la mejor evidente de su catastrófica derrota política. Un coletazo violento, dañino y peligroso, ¡qué duda cabe!, de un fracaso contundente y primordial. Y, por lo tanto, carece de destino, salvo que el Estado peruano capitule ante la violencia subversiva. Definitivamente, la gente que voto por ellos en masa, no lo volverá a hacer, Y al alejarse el camino democrático para tomar el poder, se vuelve a la razón violentista que siempre acunó en su seno. muchos de ellos se sienten más cómodos en la trifulca que en la “pelotudeces democráticas”. Tampoco sería de extrañar que, pretextando la no consideración de la consulta a una asamblea constituyente, no voten por el recorte de los mandatos y el adelanto de elecciones, traicionando su propio discurso sin rubor alguno.



¿Qué está leyendo Ángel Delgado?


Lo más notable ha sido Historia de Rusia, obra reciente de Orlando Figes, el gran especialista sobre la materia, lo que ha llevado a leer mucho sobre el fascinante final de la Unión Soviética, el cómo advino Rusia tras la disolución del imperio y el complejísimo gobierno de Putin, que reinterpreta la historia y pareciera renovar el sueño imperial de los zares, sobre todo luego de la invasión a Ucrania, lo que nos puede llevar a una tercera conflagración mundial o a una nueva guerra fría.


Y es que, a pesar de la distancia, el derrotero ruso en el borde euroasiático, su irreductible particularismo pese a los ímpetus modernizantes de su aristocracia, y su auto-percepción como guardián de la ortodoxia, la idea de la Tercera Roma, lo aproxima demasiado a nuestra inextricable historia, como lo reconocería Jorge Basadre en El azar en la historia y sus límites.


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