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  • Foto del escritorRafael Guzmán

Verdadera izquierda y “fujicerronismo”

La semana pasada, justo a tiempo para que se cumplan los primeros 100 días del Gobierno de Pedro Castillo, una de las predicciones hechas por un gran número de opositores -entre los cuales me incluyo- se materializó. Una de las predicciones más sencillas, debo añadir, pues no hacía falta ser un adivino para prever que, tarde o temprano, Castillo sería acusado de “no ser realmente de izquierda”, y que dicha acusación vendría por parte de algún izquierdista que se encuentre más alejado del centro que el presidente, como es el caso del ex premier Guido Bellido. No es la primera vez que un presidente es acusado del mismo cargo, razón por la cual no hubo mayor dificultad en realizar este augurio.




Tampoco es gran sorpresa que Bellido emita estos comentarios el mismo día en el que se votaba en el Congreso por otorgar la confianza al gabinete liderado por su sucesora, Mirtha Vásquez. Pero más allá de cualquier resentimiento o piconería, el hecho es que el ala de Perú Libre a la cual pertenece el ex premier caracteriza a Vásquez (junto con Verónica Mendoza, Pedro Francke, etc.) como parte de una “izquierda caviar y oenegera”; esto es, una falsa izquierda, una que no pasa del postureo ideológico. Incluso alguno de los congresistas de PL llegó al punto de calificar a Vásquez como una premier “hecha a la medida de la derecha”.


Bellido si acertó con una de sus declaraciones vía Twitter: el Gobierno actual no es “de izquierda socialista”, opinión -y, en lo personal, esperanza- que comparto. Sin embargo, por más que el Gobierno actual no sea uno socialista (al menos, actualmente), hay que ser bastante obtuso para negar su carácter izquierdista. Negaciones de este tipo no son sucesos nuevos, ni en el Perú -un perfecto ejemplo se dio con Ollanta Humala- ni tampoco en América Latina.


Y no solo pueden ser una muestra de decepción, sino también parte del control de daños aplicado cuando un gobierno de izquierda tiene baja aprobación o incluso llega a ser considerado como un fracaso. En tal situación, es sencillo quitar el cuerpo alegando que el gobierno en cuestión “realmente no era de izquierda”, con puntos extra si se añade que el país “nunca ha sido gobernado por la izquierda”. En las siguientes elecciones, lo que sigue es el reclamo de que, ahora sí, por fin, “llegue al poder un gobierno/partido/presidente de izquierda y del pueblo” luego de “200 años de gobiernos de derecha”. Naturalmente, si dicho partido gana las elecciones y no brinda los resultados que se esperan (y/o resulta un total fiasco), se volverá a proclamar que simplemente “no fue un gobierno de izquierda”, repitiendo el ciclo cada 5 años.


Nótese que han aplicado una táctica de desviación similar quienes apoyan al flamante gabinete de Mirtha Vásquez. Luego de que casi la mitad de la bancada de PL -la facción “cerronista”- votara en contra de otorgar la confianza al gabinete, al igual que el fujimorismo y otras bancadas, ciertos personajes en los medios sesudamente decidieron forjar el término “fujicerronismo”. Según ellos, los cerronistas en PL y el fujimorismo ahora forman un solo bloque en la política peruana, únicamente debido a que votaron del mismo modo en algunas ocasiones y a que ambos se oponen a la “caviarada”. Del “eso no es izquierda, sino derecha”, pasamos al “eso no es izquierda, sino fujimorismo”, en un ejemplo más del uso del prefijo “fuji-” para desacreditar al oponente. Y, nuevamente de forma predecible, han abundado los borregos que viralizaron los términos fujicerronismo y fujicerronista en los últimos días.


En ambos casos el discurso gira en torno a la misma idea: la izquierda que no me gusta realmente no es izquierda. Y viendo lo ocurrido en los últimos días, parece ser seguro que las acusaciones de “no ser verdadera izquierda” se escucharán y leerán con frecuencia a lo largo de la duración (sean o no 5 años) de este Gobierno, y las recibirán tanto moderados como radicales. Esta división no es un hecho sin precedentes, y es un punto del cual la derecha peruana siempre se ha valido para atacar a sus oponentes ideológicos. Sin embargo, está por verse si dicha división en la izquierda peruana puede ser aprovechada por una derecha también dividida, posiblemente en mayor grado. Considerando el actuar que la oposición ha tenido durante estos primeros 100 días, el pronóstico no parece ser el más favorable.



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