La noticia de que la Comisión de Justicia del Congreso haya aprobado el dictamen que permite la unión civil entre parejas del mismo sexo ha captado la atención de casi todos los peruanos, pues es un logro bastante importante para un tema que parecía se iba a quedar congelado por décadas. Probablemente esta propuesta no es la solución que seguramente muchos esperamos, pero es algo necesario, tangible y, sobre todo es algo real, y ya no solo una promesa de campaña. Sin embargo, ante esta noticia se han salido algunas voces que tienen como objetivo desmerecer este avance, cuestionando su valor e inclusive calificándolo como “migajas”. ¿Acaso ignoran que vivimos en Perú? Un país tan conservador donde un pequeño paso adelante como este ya es un acto valiente.
¿No es mejor un proceso gradual?
La unión civil que plantea el congresista Alejandro Cavero no es matrimonio, comencemos por ahí. No redefine instituciones ni afecta las estructuras tradicionales. Lo que hace es garantizar derechos básicos como decisiones médicas prioritarias, inclusión en seguros, administración de bienes, pensión en caso de fallecimiento y más. Esto lo explicó el autor de la iniciativa en su sustentación e intervenciones del debate de esta norma. ¿No es algo? En el texto del predictamen se resume bien: no se trata de un favor ni una concesión, sino de justicia para regular situaciones reales en nuestra sociedad.
Para el Perú, un país donde hasta hace poco se ignoraban y rechazaban en totalidad los derechos de las parejas del mismo sexo, este es un avance significativo. Por ello, se siente como un acto de sabotaje las críticas de quienes piden “todo o nada” pues es seguro que ellos saben que, en otros países de la región, como Uruguay, Chile y Argentina el reconocimiento de derechos para el gremio comenzó con uniones civiles, y con el paso de los años y más luchas se logró avanzar al matrimonio igualitario.
Estos procesos tomaron tiempo, negociación y pasos graduales. Y el Perú, pese a su arraigado conservadurismo ya se viene desprendiendo de su “chapado a la antigua”, por ello creo que no será la excepción. Pero pretender saltar directamente al matrimonio en este contexto, donde la agenda conservadora y “pro familia” aún es muy fuerte, es ignorar cómo funcionan los cambios sociales y políticos.
¿Aliados?
Hay colectivos que han manifestado su descontento ante la aprobación de este dictamen. En un pronunciamiento, un gremio calificó a la unión civil como una “falsa promesa que no garantiza igualdad plena”. Y sí, tenemos el mismo objetivo: al matrimonio igualitario como meta final. Pero también es válido decir que en política una causa jamás llega a su propósito si ignora las condiciones del entorno. En lugar de sumar a la lucha con propuestas o pedidos concretos y continuos, pareciera que estos grupos están esperando sentados que el cambio completo llegue de golpe, como si la realidad política de nuestro país no existiera.
Pero lo que si es realmente preocupante y hasta frustrante es que el Parlamento tiene representantes que llegaron al cargo que hoy tienen aireando la bandera LGTBIQ+ , pero que no han mostrado resultados concretos en estos años. Espero entiendan que, en su caso, la lucha va más allá de participar en el pride. Este es un recordatorio de que no basta con hablar sobre derechos; también hay que estar presente en los momentos clave para impulsarlos.
En fin, no se trata de criticarlos, de igual forma todos somos aliados, pero es importante entender que el progreso a una causa no llega por el rechazo absoluto, sino por la construcción de un camino. Es legítimo querer más, pero también es justo darle mérito al trabajo realizado y reconocer que este puede servir como base para continuar escalando. Cada paso abre una puerta, y esta ley, aunque no perfecta, es un gran paso en un país que carga con muchas trabas y resistencias.
¿Qué se viene?
La historia nos ha enseñado que ningún cambio puede darse de la noche a la mañana. Solo basta con ponernos a enumerar desde la primera propuesta de unión civil en Perú en los años 90 hasta la iniciativa del entonces congresista de Carlos Bruce para el año 2013. Hemos sido testigos de varios intentos frustrados. Pero cada fracaso ha sido una lección, y evidenció lo difícil que es avanzar en una realidad como la del Perú. Entonces, este dictamen no es un logro legislativo, ni mucho menos un logro político, es una clara evidencia de cuánto ha cambiado el país, aunque es un poco es algo.
El Perú es uno de los pocos países de la región que no protege legalmente a las parejas del mismo sexo. Este dictamen nos aleja un paso más de esa injusticia, pero aún queda muchísimo por trabajar. Sí, el matrimonio igualitario debe ser la meta, pero no llegaríamos a ella sin pasos previos como este.
La unión civil es un escalón, no el último piso. Para llegar al matrimonio igualitario, necesitamos seguir construyendo sobre los avances, no descalificarlos. Hoy, está sobre la mesa la propuesta de contar con algo que no teníamos: derechos básicos para parejas del mismo sexo. No es un premio de consolación; es una victoria en una lucha larga y compleja.
Pero lo más importante, nuestro papel. Como ciudadanos y miembros de los gremios que luchan por estas causas, es momento de trabajar juntos y estar vigilantes. Tomemos nota de qué actores políticos apoyan este tipo de avances y quiénes no, para devolverles el favor en las urnas. Si no representan nuestros intereses, si no defienden nuestros derechos, entonces no merecen seguir representándonos. Es hora de que la comunidad ejerza su poder ciudadano de manera estratégica.
La unión civil no es el final, pero es un buen inicio. El Perú está avanzando, lento, pero está avanzando. Y hoy estamos un pasito más cerca de celebrar, porque en un país como este, dar un paso adelante ya es un triunfo.
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