Hace una semana se dieron a conocer las consecuencias del despido que la gestión de López Aliaga hizo de más de 800 trabajadores de limpieza. Diferentes calles y jirones amanecieron repletos de bolsas de basura, las cuales se han ido acumulando desde hace 5 días. Aunque lanzó un sistema de recojo de basura, sigue siendo incómodo que el alcalde solicite licencias para atender asuntos partidarios y deje de lado su labor en el municipio. De misma forma, la controversia que gira alrededor de la compra sobrecosteada de motos, el cierre de Las Cucardas, el nombramiento como presidente de Emape de una persona investigada por lavado de activos, la falta de sustento técnico de algunos proyectos, además de sus comentarios inoportunos, entre otros temas que han invitado a la población a organizarse y pedir su revocatoria.
Al margen de las opiniones políticas de López Aliaga ¿Qué es lo que nos indigna de esto? Diría que lo mismo que nos indigna cuando escuchamos casos de gente que va a un hospital y no es atendida porque no hay camas o porque faltan medicamentos; o cuando cada inicio de año escolar se visibiliza la precaria infraestructura de los colegios. Nos indigna lo mismo que ocurre cuando vemos huecos en las pistas, en las comisarías los policías se vuelven displicentes o déspotas, los jueces a pesar de las pruebas no ejecutan la ley, en las entidades estatales las colas son interminables y los procesos demoran mucho tiempo. ¿Qué es, entonces, lo que nos indigna? Que las personas asignadas para estas tareas no cumplan su función, que las cumplan de forma mediocre y que se gasten recursos innecesariamente para tan deficientes acciones.
Me atrevería a decir que la búsqueda de la superación de la adversidad y de los problemas que se presenten es una característica universal de la vida. Los organismos buscan y desarrollan diversas estrategias que estén dentro de sus posibilidades para superar obstáculos y seguir viviendo. En algún momento, los antiguos humanos se enfrentaron a la oscuridad, al frío, al hambre y al peligro en ambientes muy hostiles y luego de múltiples ensayos aprendieron a dominar el fuego para iluminar sus noches, a cobijarse en cuevas y luego casas para pasar las noches y reunirse en clanes para cazar y facilitar su seguridad. Siempre hemos intentado hacer las cosas bien para salir adelante. Ya mucho ha pasado de los años en que fuimos cazadores-recolectores. Hoy en día, gracias a la ciencia conocemos la realidad de formas más objetivas. Pasaron siglos, pero logramos descubrir que algunas enfermedades eran generadas por microorganismos y no por maldiciones, descubrimos la composición de la luz y la dominamos a nuestro favor. Es decir, gracias a la ciencia hemos cumplido cada vez de mejor manera aquella búsqueda por superar la adversidad.
Lo que todos intuitivamente creen y le piden al gobierno no es otra cosa más que sus miembros y funcionarios actúen de acuerdo a sus competencias y cumplan las labores para las que fueron designados, elegidos o contratados. Esta lógica, que no es distinta a la meta de cualquier organismo por resolver problemas y modificar el entorno a su favor, es la que recoge la noción de tecnocracia. La tecnocracia es la tecnificación de dicha intuición y su aplicación al quehacer político y ciudadano. Llamemos, entonces, tecnocracia a la acción basada en evidencia, procedimientos sistematizados y tecnologías. Específicamente, una visión según la cual:
a. Se debe buscar el aumento del rendimiento (eficiencia y eficacia) de un sistema a través de las acciones basadas en evidencia. En el caso de la sociedad, aumentar el rendimiento apunta a aumentar el bienestar de los individuos.
b. Los puestos de un gobierno deben ser ocupados por cuadros técnicos, profesionales y capacitados antes que por políticos o gente no especializada. Parte de la lógica de que las probabilidades de que un abogado resuelva un problema médico o un médico resuelva un problema legal son menores en comparación de que lo haga alguien capacitado en la materia en cuestión.
c. La sociedad debe ser entendida como un sistema complejo al que se aplican sociotecnologías como las leyes, la forma de gobierno, los sistemas económicos, entre otros, como estrategias para aumentar su rendimiento. Esto significa que los tecnócratas no persiguen una receta ideológica que no debe ser quebrada, sino que aplican herramientas sociales basadas en evidencia científica para ajustar las variables internas y modificar conductas, prevenir acciones, orientar la ocurrencia de sucesos y mejorar el uso de recursos. Por ejemplo, no se trata de defender la democracia porque esta sea buena en sí misma, sino de buscar procedimientos de gobierno funcionales, como lo sería una epistocracia frente a la democracia.
d. Se confía en las tecnologías avanzadas como medios para resolver problemas de diversa índole, desde la política hasta la salud y la educación, de forma más efectiva que otras estrategias filosóficas o idealismos éticos. Esta idea incluye la aplicación de tecnologías avanzadas en procesos políticos y gubernamentales para reducir la incertidumbre y corrupción en el Estado (digitalización), promover aplicaciones biotecnológicas en proyectos sociales eugenésicos y de mejoramiento humano, el uso de infotecnologías para orientar la conducta cívica mediante reforzamientos positivos y diversas formas de estimulación psicológica (digital nudging), entre otros. Desde este enfoque, la tecnocracia apostaría por la afirmación de que la corrupción va a reducirse de mejor manera con candados tecnológicos antes que por medios únicamente educativos. La primera solución, los candados tecnológicos, es inmediata y consiste en reducir la posibilidad de ‘sacarle la vuelta al sistema’, mientras que la segunda, la educación, es útil a mediano y largo plazo, pues demanda de la interiorización de valores específicos de parte del sujeto corruptible. Debe indicarse que la ética y lo técnico no contienen una contradicción en sí mismas, puesto lo primero puede moldear a lo segundo y las tecnologías, con diversos avances o descubrimientos, terminarán demandando la creación de nuevos enfoques éticos. Esto último es lo que ha ocurrido recientemente con el surgimiento de tecnologías de fertilización in vitro, selección de embriones y modificación genética, tecnologías que han hecho posible discutir sobre métodos de eugenesia éticos, a diferencia de las políticas coercitivas de años anteriores.
e. La acción debe estar basada en evidencia y no motivada únicamente por ideologías sin fundamento o por la intuición, sino a través de la creación, búsqueda y persecución de una ideología que sea lo más científica posible.
En resumen, la tecnocracia es un enfoque según el cual se deben aplicar soluciones técnicas y basadas en evidencia en la resolución de problemas sociales. Esta perspectiva puede incluso aplicarse a los problemas diarios. Cualquier intento por ‘hackear’ la realidad no es sino la aplicación de conocimiento estructurado y basado en evidencia para obtener los mejores resultados. De ahí que no se pueda ser tecnocrático si se poseen discursos doctrinarios o poco flexibles, como los que adoptan tanto los movimientos de derecha como de izquierda. Ser tecnocrático implica tener un enfoque cientificista, por lo tanto, confiar en el conocimiento científico y adoptar una visión centrista guiada por los valores de la ilustración. Si la evidencia advierte que siempre que soltamos un objeto, este va a caer. ¿Para qué recurrir a malabares mentales para justificar que en algún momento podría flotar? Lo mismo con la política, la sociedad y la economía. Es necesario seguir la evidencia empírica antes que doctrinas para resolver los problemas que nos aquejan. Es necesario hacer las cosas y hacerlas bien. No nos piden nada más que eso.
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