Por Eduardo Chocano Ravina
Digamos que los últimos meses me dediqué a reseñar libros, música y obras de teatro de otros autores que me olvidé que mi vida por momentos resulta interesante. Del 19 de julio al 06 de agosto se realizó en el Parque Próceres de la Independencia la Feria Internacional del Libro de Lima (FIL). En esta oportunidad, como nunca me sucedió, me sentí un escritor.
Mi primera interacción con la FIL fue en el 2018 y duró tan solo dos horas debido a que fue antes del viaje de promoción de secundaria. Por lo que, tan solo pude ingresar con mochila en brazo y comprar el primer libro que pareciese interesante, solo fui un visitante convencional más. Los años siguientes resultaron virtuales, por lo que no tuvé algún interés en la Feria, suficiente tenía con las clases Zoom.
El 2021 significó el retorno de la feria del libro y la primera vez que adquirí el paquete de Fan Fil, compra que se volvió rutinaria hasta estos días. Recuerdo claramente como un viejito me ayudó a ingresar a la conferencia de Mario Vargas Llosa sobre política luego que un señor me golpease con el fin de quitarme mi puesto en la fila.
El 2022 significó mi primera participación como autor, así fuese de tan solo 3 minutos, mediante un cuento corto publicado en una antología de la Editorial Autómata, editorial con la que sigo trabajando. Lo mismo se repitió en el 2023, solo que ahora aumentó mi tiempo a 8 minutos, según amigos y otros escritores resultó alguien interesante cuando empiezo a hablar frente al público.
Sin embargo, este año resultó una experiencia extraordinaria. Imagínense mi reacción cuando al acercarme al stand 215 encuentro mi libro en venta gracias a la gestión de mi amigo Eduardo Pucho. Mejor aún, imaginen mi reacción cuando amigos iban a la feria y me etiquetaban en sus estados diciendo que compraron mi libro.
Para aumentar la emoción, imaginen mi reacción cuando presenté en el auditorio Laura Riesco a las 03:00 p.m. mi segundo libro “Para mi dama de las Camelias” frente a un auditorio completo. Ampliando la experiencia, imagínense mi reacción cuando fui a la sala de firmas y unos amigos me estaban esperando con mi libro en mano para que pusiese con mi horrorosa letra mi firma con algunas palabras de afecto en la dedicatoria.
Cinco años como asistente, tres años como participante, un año como escritor, veamos qué depara los próximos años.
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