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Foto del escritorDiego Ordóñez Rebatta

Refundar el país en la capital del Big Tech: primera escuela de leyes de California cambia de nombre



UC Hastings College of the Law


Tras acabar el ciclo de verano en San Francisco State University, aproveché estas semanas parar caminar el downtown de la ciudad y me encontré, a tan solo unos pasos del City Hall, y a pocos metros del distópico barrio de The Tenderloin, con la primera escuela de leyes de todo el Estado de California (1878) – UC Hastings College of the Law. Esto no pasaría de ser una anécdota de un estudiante viajero o un peregrinaje académico más de estos tiempos globalizados, si no fuese porque me di con la sorpresa de que esta antigua escuela de leyes, de la cual egresó la actual Vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, se encuentra atravesando la crisis identitaria más profunda de toda su historia institucional. Esto a raíz del personaje al cual le debe su nombre: Serranus Clinton Hastings.


Serranus Clinton Hastings


Hastings fue un viejo terraniente, congresista, abogado, y jefe máximo de la Corte Suprema de California, que tras hacerse rico decidió incursionar en la compra de tierras para expandir sus actividades empresariales en la Península de San Francisco. Él fundó la primera escuela de leyes de California haciendo una donación de cien mil dólares de la época. Este personaje que parece sacado de una novela de Vargas Llosa es acusado 142 años después de haber financiado la masacre y el genocidio de centenares de indígenas durante la época conocida como la fiebre del oro. Él habría financiado campañas para desplazar a los Yuki violentamente de su territorio y así poder llevar a cabo su plan expansionista.


Miembros de la etnia Yuki en Bolivia


Según un informe presentado en julio del año 2020 por la Universidad que llevó de nombre The Hastings Legacy Review Committee HLRC; Serranus Clinton Hastings ejerció un rol activo en la matanza de nativos americanos en California entre los años 1850 y 1860, en especial en los territorios de Round Valley y Eden Valley áreas que en la actualidad pertenecen al condado de Mendocino al norte de San Francisco. Este comité ha brindado también otros datos, quizá el más surrealista e increíble de todos, que de proceder el cambio de nombre la Universidad tendría que retribuirle a la familia de Serranus Hastings en la actualidad, la suma de los $100,000 dólares de la época que el otorgó para fundar la escuela, y a esto habría que sumarle todos los intereses acumulados desde hace 142 años. Se puede citar del informe lo siguiente en su idioma original:


“There are also more concrete harms associated with changing the College's name. These relate to the College's peculiar constitutional status and the nature of Serranus Hastings' request to the school. Because the name of the institution is codified in the California Education Code, a legislative act would be required to change its name. See Exhibits B and C. Additionally, based upon the language of the original gift and the legislation approving it, should the College cease to use the name Hastings, it appears that the statute would require the State to restore to Serranus Hastings' family the sum of $100,000 plus "all unexpended accumulated interest" that has accrued in the last 142 years.” (The Hastings Legacy Review Committee)


Sin ánimo de ofender la memoria de la etnia Yuki, no podemos ignorar que el hecho de que la primera escuela de leyes de uno de los puertos más icónicos del Pacífico en los Estados Unidos de América se sumerja en este tipo de debates ideológicos sostenidos en una suerte de revisionismo histórico no se trata de un detalle menor. Pues si nos remitimos a la vieja teoría china de que “el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, y a las investigaciones de Edward Lorenz sobre la teoría del caos, sobre cómo pequeños cambios pueden conducir a consecuencias totalmente divergentes: “una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, puede generar un efecto considerable a mediano y largo plazo”. Me pregunto cuánto de estas tendencias se heredarán en nuestro país y en otros países del Pacífico en América Latina durante la siguiente década. ¿Se podría predecir que va a predominar en América Latina el mismo debate que está llevando a la vieja escuela de UC Hastings a cambiar de nombre? Es inevitable recordar y encontrar un paralelismo con esas tendencias que invocaban a quemar estatuas de Cristóbal Colón cada 12 de octubre.

De todas formas, es totalmente polémico y debatible que una institución en la que se inculca la enseñanza y respeto de la ley como UC Hastings College of Law lleve el nombre de un aparente genocida. Eso sí es una absoluta contradicción. Sin embargo, mi observación va más por cuánto de este debate es utilizado por ciertos sectores progresistas que buscan instaurar una ideología predominante en la colectividad. Es decir, un instrumento para agudizar las contradicciones. En el mejor de los casos esta iniciativa debería tratarse de un verdadero afán de compensar la memoria de los Yuki, más no de una agenda o de un oportunismo intelectual. De lo contrario, se estaría utilizando la figura de una comunidad nativa para satisfacer deseos intelectuales, más no para invocar a una reparación histórica de una cultura que se encontró durante años en estado de vulnerabilidad.

Me entusiasma conocer el nuevo nombre que llevará esta escuela de leyes después de que se haya realizado todo el proceso de evaluación, el cual terminará en el 2023. Cabe mencionar que este debate ha incluido, aunque no desde un inicio, la presencia de la etnia Yuki como participante activa. Esta iniciativa de incluir a los verdaderos Yuki en el debate surgió recién a raíz de un grupo de mujeres Yuki que protestó a través de una publicación que hizo el diario Press Democrat en el 2021. Ellas expresaron que desde el inició del debate en la escuela de leyes, ningún miembro de su tribu había sido consultado al respecto. Expresaron sobre representantes que en realidad no pertenecían a la cultura Yuki y cómo estos se atribuían el derecho a negociar con la escuela de leyes sobre un tema que nos le competía. La mujer Yuki declaró sobre el dolor que sintió al enterarse que un supuesto consejo representativo conformado por falsos Yukis estaba llevando a cabo un debate ilegítimo: “That stung because she knew that the Round Valley tribal council, which has no Yuki members, had been negotiating with the law school for years.” (Press Democrat, 2021)

Es por eso que, en el 2018, un año después de haber iniciado el debate recién los Yuki fueron introducidos al diálogo. Lo curioso, es que los Yuki han rechazado también la iniciativa de que la escuela pase a llamarse San Francisco School of Law, debido a que, según lo expresado por ellos este nombre hace alusión a la iglesia católica, la cual, también les representa un elemento e institución de exterminio y persecución para los suyos.

Sin duda, este tema da para mucho más. Es preciso de querer profundizar en el caso revisar un artículo muy detallado que ha realizado Press Democrat y el informe denominado HLRC que ha entregado la Universidad a la comunidad en general.

Este debate es un evento en particular que ha llamado la atención de gran parte de la comunidad académica en toda la zona conocida como el Bay Area, y creo que invoca a la reflexión sobre las verdaderas intenciones que se esconden tras las iniciativas de instaurar un debate ideológico en particular, lo cual tampoco es algo muy ajeno a los últimos años acontecidos en el Perú, donde hemos sido testigos del ánimo incesante de agudizar las contradicciones a tiempo completo por parte de determinados sectores académicos y políticos.


Diego Ordóñez Rebatta es profesional egresado en Comunicación. En la actualidad, reside en San Francisco, California, gracias a una visa de estudiante que obtuvo para realizar una pasantía académica en San Francisco State University

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