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  • Foto del escritorAldo A. Lorenzzi Bolaños

Perú: Tierra de presidentes

Perú, uno de los países con mayor potencial de desarrollo en la región, ha venido experimentando una serie de crisis políticas en torno a la figura presidencial durante los últimos años, marcadas por vacancias y actos de corrupción de sus mandatarios.

Sin embargo, a finales del siglo XX, con la llegada a la presidencia de un outsider como Alberto Fujimori, se masificaron las aspiraciones presidenciales en todos los sectores de la sociedad. A partir del 2001, el número de aspirantes al Palacio de Gobierno ha ido incrementando proceso electoral tras proceso electoral.



El episodio de 1990 podría identificarse como un fenómeno que se convirtió en endémico. A raíz de la coyuntura de ese momento y de los eventos subsecuentes en torno a la gobernabilidad, surgieron nuevos escenarios. Uno de los más importantes fue el proceso de regionalización, tan anunciado con bombos y platillos. Sin embargo, considero que nació de manera acéfala y, a pesar de estos defectos, a partir de ahí se crearon nuevos liderazgos con características más locales. En consecuencia, aparecieron en nuestra democracia personajes con perfiles caudillistas dentro de nuestro sistema de representación directa.

Nuestra democracia se convirtió en una de las más dinámicas de la región debido a la cantidad de partidos que se fueron creando y sumando al sistema electoral, así como por el número de candidatos presidenciales que se fueron construyendo con liderazgos fugaces. A pesar de tener escasas opciones de lograr un protagonismo real, la idea de la postulación se convirtió en un objetivo en sí mismo, ya que generaba una serie de beneficios, desde lo mediático hasta lo económico, más allá de obtener una victoria electoral.

En la actualidad, la realidad nos indica que, en las próximas elecciones, enfrentaremos un proceso electoral multipartidario, donde la razonabilidad, que debería ser un principio fundamental en estas instancias, ha quedado relegada a un segundo plano. Este panorama, además de ser un caldo de cultivo ideal para propuestas antisistema radicales, podría conducirnos a un gobierno aún más deficiente que los anteriores.

Los peruanos, al parecer, padecemos de un "efecto mesías", cuyo principal síntoma es creer que fundar un partido y ser candidato a la presidencia es una predestinación de nuestro destino. Este es un fenómeno que, poco a poco, se va extendiendo en la región. Sin embargo, debemos considerar que, si bien en una democracia todos tenemos derecho a participar, también tenemos la posibilidad de alinear visiones, intenciones, planes y todo tipo de estrategias que ayuden a construir un Estado armonioso (tarea, por cierto, muy compleja).

Este es el mensaje que deben trabajar los conservadores y los liberales peruanos: construir una plataforma única donde todos los políticos con aspiraciones "mesiánicas" puedan colaborar por el país desde el rol que les corresponda. No somos una tierra destinada a producir presidentes, sino un país que podría tener un gobierno diferente al converger las fuerzas políticas. Ojalá lo entiendan pronto y no sea demasiado tarde​.

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