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Foto del escritorAndrea Narváez

País en emergencia

22/01/2023-ContraPoder (Diario Expreso)


Desde la sucesión presidencial la crisis política se ha agravado de manera exponencial, situación que viene creando zozobra e incertidumbre para todos los peruanos de bien, quienes se esfuerzan día a día para salir adelante después de la tragedia sanitaria que nos dejó la pandemia. En las últimas semanas, hemos visto carreteras bloqueadas, vehículos varados, cientos de pérdidas económicas y lo más lamentable, se ha observado pérdidas humanas. Frente a esta acción, el gobierno ha ejercido una reacción natural de mecanismo de defensa mediante la declaratoria del Estado de Emergencia que tiene como objetivo restaurar el orden interno frente a casos de perturbación de la paz, catástrofe o graves circunstancias.



La protesta se ha convertido en una catarsis violenta donde los reclamos vienen acompañados de acciones perturbadoras que atentan contra la paz y la tranquilidad de las personas. Hemos visto el vil chantaje a los comerciantes que viven de las ventas diarias, quienes tenían que cerrar sus negocios para acatar los paros a la fuerza. Han incendiado entidades públicas y propiedad privada. Han muerto personas vulnerables en las ambulancias varadas, quienes tenían la única esperanza de llegar al hospital para seguir viviendo. Se ha calcinado a un policía dentro de un patrullero, quien murió ignorado mientras lanzaba gritos desesperados frente a la inhumanidad de sus verdugos. Han regado sangre y pedazos de carne en los enfrentamientos. ¿Cómo le llamamos a todo eso? ¿Protesta pacífica o movilización gandhiana?


Para Marx, la violencia es partera de la historia, pensamiento que se utiliza como método en la lucha política de la izquierda comunista. Justamente es lo que vemos hoy en día, acciones radicales que siembran el terror en las calles. ¿Y quién defiende a los peruanos de bien que no confabulan con sus ideas? ¿Dónde quedan los derechos de ciudadanos afectados por el desbande? ¿Quién gana y quién pierde? Un país que agacha la cabeza ante la barbarie y pierde la brújula del orden, es presa fácil para los gallinazos que jamás se ensucian los zapatos y observan desde lejos el caos, mientras envían al matadero a sus fieles seguidores.


La democracia siempre ha sido un bien frágil que se expone al vejamen en tiempos turbulentos, cuando el sentido de patria se desfigura y la confusión reina en las masas. Hoy, le toca al Perú resistir la embestida cruenta que viene alimentada desde fuera. Es ahora cuando se necesita no solo inteligencia sino también fina sabiduría para revertir los planes destructivos y recuperar la confianza de la gente que viene siendo manipulada y azuzada. Hay una agenda social postergada que debe ser revisada, este es un buen momento para buscar los mecanismos que nos permitan negociar para llegar a acuerdos. Si no lo hacen los auténticos demócratas, los radicales se adjudicarán la victoria, y en ese instante, caerán las columnas que han sostenido este país durante estas últimas décadas.


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