Resulta interesante como ha pasado desapercibido, durante el mensaje que diera a la Nación ante el Congreso dado por Pedro Castillo, un par de líneas que, bajo la óptica de los hechos consumados, resulta más relevante que el resto del mismo, y en tal sentido, este hace referencia a la tan necesaria “gran reforma del Estado”, para lo cual remitirá:
“…un conjunto de reformas que nos permitan superar esta crisis estructural.”
Y estas serán planteadas con participación ciudadana y en conjunto con la totalidad del Estado, mediante:
“…la convocatoria del Acuerdo Nacional, instancia representativa y plural, que nos permitirá lograr los consensos necesarios.”
Con esto, Castillo nos indica que no ha abandonado la intención de alterar la estructura del Estado, ya no mediante la Asamblea Constituyente, la cual no puede convocar sin pasar por el Congreso, sino empleando el Acuerdo Nacional, institución que carece por completo de legitimidad, al no estar definida de forma alguna en la Constitución, habiendo sido creada por la izquierda caviar como mecanismo indirecto de influir en las políticas de Estado, cuya presencia en el Parlamento ha sido irrelevante durante los últimos 20 años. También carece de pluralidad y representatividad, al solo incluir partidos políticos e instituciones de carácter civil, excluyendo por completo a las Fuerzas Armadas (e instituciones civiles relacionadas a las mismas, como la ADOGEN), como si estas no fueran parte de la Nación Peruana.
Por lo que, cualquier consenso que resulte de semejante entelequia, seguirá siendo, como hasta ahora, solo papel mojado.
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