Forrest Gump es una película de 1994 que narra la historia de un joven con una limitación mental, pero no de sensibilidad. La película fue dirigida por el director Robert Zemeckis, mientras que en el reparto se tuvo a Tom Hanks ('Capitán Phillips', 'American Gods') o Robin Wright ('House of Cards', 'A Most Wanted Man'), interpretando al humilde Forrest.
El film es un clásico del catálogo de plataformas de streaming como Netflix, Amazon Prime o HBO porque desde el minuto uno en el que aparece en escena Forrest tienes ese acercamiento con él. No como amigo, no como antagonista, sino como espectador de su gran aventura. Tal cuál él va contando, en su inocencia, las grandes hazañas que logró en momentos claves de la historia del país.
La mayoría de personas sueñan con ser el personaje principal de algo y está bien, todos somos el personaje principal de nuestras vidas y estamos constantemente colisionando con diferentes rodajes, pero hay otro papel que también desempeñamos y que no disfrutamos lo suficiente; el de espectador.
¿Se han dado cuenta de la cantidad de historias con las que nos topamos diariamente? porque desde este horizonte parece que el mejor libro del mundo no está siendo escrito, que el mejor podcast no está siendo grabado y que probablemente nadie recuerde, aún si fuera escrito o grabado, porque estamos desesperados en la búsqueda de ser los que protagonizan la historia y vaya que se siente una competencia entre todos por tener la mejor carta de presentación.
La entrada triunfal entre grandes puertas con un soundtrack potente de fondo; nos está esperando. Sí, claro que sí y no debemos llegar tarde a esa presentación, pero es fascinante ver la entrada de otros mientras estamos en ese proceso, aunque el simple hecho de ser testigo del camino de alguien más ya es alucinante, como en el caso de Forrest; el film dura poco más de dos horas y cada escena es tan única a su estilo que no te da tiempo de aburrirte.
Es casi imposible de describir lo bien que se siente ver la misma pasión que te domina en los ojos de alguien más haciendo algo que quizá para ti en ese momento no tiene un efecto cautivador y es prácticamente gratis descubrir que detrás de ese amigo “x” hay toda una caja de pandora, o que ese taxista, muy buena gente, durante el transcurso del viaje te cuenta acerca de su conejo Peluso de 5 años que lo espera todos los días al llegar a casa después de su jornada detrás del volante y que ahora lo acompaña en la espera de su bachiller de derecho; o la historia de la señora, ya mayor, que aún recuerda cómo y porqué dejó al papá de su hijo en una época donde las mujeres aguantaban todo tipo de maltrato porque ese es el “deber” de una esposa; o el de una joven que trabaja tiempo completo como vendedora con la ilusión de volver a sus clases de ingeniería ambiental el próximo ciclo; o el de la cantante folclórica que lucha por vivir de un arte que la ayuda a canalizar todo el dolor que las malas experiencias le han dejado; o del joven deportista que juega en la selección peruana de taekwondo, que estudia física pura, enseña, trabaja y sueña en grande; o de la pareja de esposos que regalan árboles de palta a los parques; o de ese amigo que el último fin de semana se pudo graduar de la carrera que le tomó tanto esfuerzo terminar; o de la chica que logró terminar una de las dos carreras en las que está; o de ese amigo que al fin tomó la decisión de ir al psicólogo; o la siguiente historia que podrías estar leyendo es acerca de la persona en la que estás pensando.
No, no es suerte la que tienes al conocer a todas esas personas con historias curiosas, es fácil descubrir buenas historias con tan solo prestar atención a las personas de tu entorno o en el caso de Forrest; de sentarte en una banqueta a esperar el bus y escuchar con atención las locas anécdotas de un extraño. Qué divertido es descubrir inspiración, en un día gris, con tan solo apagar un rato el celular e interactuar, aunque ahora hasta eso es un peligro. Por eso, ahora que tenemos la oportunidad, valoremos esos momentos de espectadores y aprendamos de la grandeza ajena que nuestro tiempo para brillar ya se acerca.
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