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La voz que nunca se rindió: la imperfección como arte

Foto del escritor: Sol Pozzi-Escot Sol Pozzi-Escot

Hay una grieta en todo, así es como entra la luz, canta Leonard Cohen en Anthem, una re-significación de la imperfección como espejo de la verdadera belleza. Si el ser humano es imperfecto, ¿por qué sus creaciones -o sus vidas- deberían ser lo contrario? 


Houston regresa a los escenarios en el 2009, después de años de turbulencias personales
Houston regresa a los escenarios en el 2009, después de años de turbulencias personales

Recuerdo escuchar decir, de niño, que las malas decisiones habían destruido la voz de la eterna Whitney Houston, que había perdido su instrumento, que había caído en desgracia total.


Años 90: una cantante que dominó el mundo
Años 90: una cantante que dominó el mundo

Más tarde, en mi vida, me interesé por su música. Desde los clásicos de su supuesta era dorada, llámese I will always love you, I have nothing o I wanna dance with somebody, hasta las producciones de sus épocas consideradas de declive, donde su voz parecía palidecer dramáticamente en comparación a lo que fue en su mejor momento. 


No es necesario comentar la voz de Houston en lo que se considera su pico, es decir la época entre finales de los años 80 y mediados de los 90. Durante estos breves pero determinantes años, la intérprete daba la impresión de no tener que hacer el más mínimo esfuerzo: solo debía abrir la boca. El resto sucedía por sí mismo. Imponencia, rango, elegancia, belleza, potencia, un río de cualidades inobjetables que, una y otra vez, se reafirmaban a sí mismas en el escenario.


Sin embargo, en el segundo lustro de los años 90, algo había cambiado. Si bien sus interpretaciones era aún magistrales, la voz, simplemente, ya no era la misma. Había perdido proyección, profundidad y esa ya mencionada imponencia que se comió al mundo pocos años antes. Su éxito comercial, sin embargo, fue innegable. 


Pasaron los años y la situación no hizo más que empeorar. El deterioro era evidente. Las notas que una joven Houston hubiera podido cantar como quien saluda a un compañero, eran el Himalaya de una Whitey ya madura y condenada por el público y la prensa a ser la eterna víctima de su propia vida personal. 


Durante los años 2000, publicó solamente dos discos de material original (ya que lanzó un disco con clásicos de temática navideña en el año 2003): Just Whitney, del 2002, y I look to you, del 2009, ambos con resultados comerciales relativamente insuficientes. Y, todos lo sabemos, un triste día del 2012, la estrella se apagó a los 48 años.


2012: Poco tiempo antes de perder la vida, Houston aún dominaba los escenarios
2012: Poco tiempo antes de perder la vida, Houston aún dominaba los escenarios

¿Qué dejó atrás? Sus éxitos de los 80 y 90, sí. Pero, también, la imperfecta belleza de sus grabaciones de los años 2000.


Hablemos del Just Whitney: destaca el cover de You light up my life, éxito gospel pop lanzado en los años 70 por Debby Boone, que, en la voz de Whitney, cobra un significado y un valor irrepetibles. En español, el coro de la canción dice: 


Porque tú iluminas mi vida

Me das esperanza para seguir adelante

Tú iluminas mis días

Y llenas mis noches con canciones


¿A quién le dedicaba Houston estos versos? A Dios, su eterna inspiración.


Una voz evidentemente cansada, pero aún capaz de acrobacias insuperables. Una voz, aparentemente, al borde de la rendición pero incapaz de alzar la bandera blanca. Una voz comprometida con la vida. Una voz irrepetible. 



I look to you, disco del 2009, también oculta joyas. I look to you, balada gospel con la que Houston presentó el disco, es una prueba más de la belleza única de sus cualidades vocales:


Te miro

Te miro a ti

Después de que toda mi fuerza se haya ido

En ti puedo ser fuerte


Te miro

Te miro 

Y cuando las melodías se van

En ti escucho una canción



Una voz incluso más desgastada que la del disco anterior, pero más resiliente, más digna, más valiente. Una voz consciente de su propia imperfección, pero completamente segura de su valor. 


Poco antes de fallecer, Houston lanzó su versión del clásico gospel norteamericano His eye is on the sparrow. Canta: 


Yo canto porque soy feliz

Yo canto porque soy libre

Su ojo está en el gorrión 

Y lo sé 

Él me mira 



Así se despidió Whitney del mundo: digna, magna, serena. Y así la recordaremos. Feliz y libre. 


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