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Foto del escritorKevin Rivera

La poesía revolucionaria de Hora Zero y el lugar del poeta iluminado

El Movimiento Hora Zero fue fundado a principios de la década de 1970 por Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz en medio de un contexto particular por las distintas transformaciones sociales que tenían lugar en el país. No solo el proceso de migración del campo a la ciudad se había intensificado durante este periodo, sino que a la cabeza del gobierno se encontraba el general Juan Velasco Alvarado al mando del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, el cual inició con el golpe de estado de 1968.



La importancia de este momento histórico radica en la emergencia de distintos sectores sociales marginados que buscaban alzar su voz y hacerse visibles en el nuevo espacio urbano que empezaban a habitar. En esa línea, “el gobierno de Velasco pretendió responder a las reivindicaciones populares implementando un programa reformista que desmanteló el tradicional orden socio-económico del país y dio más oportunidades a los sectores humildes” (James Higgins 1993: 191). Las nuevas posibilidades de representación en el escenario nacional que empezaron a abrirse desde el mismo gobierno fomentaron aún más una perspectiva generalizada de cambio que los jóvenes poetas que terminarían formando Hora Zero abrazaron.


Los muchachos de este movimiento eran de origen humilde y en su mayoría provincianos. Acontecimientos internacionales como la Revolución Cubana, la Revolución Cultural China, la guerra de Vietnam, mayo del 68 y la victoria de Salvador Allende en Chile alentaron sus aspiraciones de transformación social (James Higgins 1993: 191) y la dirigencia velasquista no hizo otra cosa que reforzar la consciencia de encontrarse dentro de un tránsito inevitable hacia la revolución. Es así como estos poetas entendieron su papel en este contexto no solamente como mera propuesta estética, sino uno de guía hacia el despertar revolucionario de las masas. He aquí donde se encuentra su relación con las vanguardias de las primeras décadas del siglo XX. Como indica Peter Burguer, estas “se pueden definir como un ataque al status del arte en la sociedad burguesa. No impugnan una expresión artística precedente (un estilo), sino la institución arte en su separación de la praxis vital de los hombres” (1997: 103). En sintonía con ello, los primeros manifiestos de Hora Zero expresan estas mismas características al desvincularse y criticar a toda la tradición poética previa (a excepción de Cesar Vallejo, Javier Heraud y Edgardo Tello) por sus vinculaciones con la burguesía, así como su cero interés por transformar la sociedad. “A nosotros se nos ha dado una catástrofe para poetizarla” se lee en el manifiesto Palabras Urgentes, con lo que puede apuntarse la consciencia del colectivo del rol revolucionaria que consideraban poseer dentro del contexto histórico del que formaban parte. Luis Fernando Chueca señala que en los manifiestos iniciales del movimiento “se critica a la institucionalidad literaria, cuya organización es consecuencia de la estructura social y de la dominación internacional, y se propone el rol transformador de la poesía, que, dentro de esta perspectiva debe […] expresar cabalmente su realidad, llegar a las masas […] de modo que caminen hacia la revolución” (2006: 39). De esta manera, Hora Zero enmarca su propuesta literaria-política como parte de las neovanguardias de la época.


Dentro de los planteamientos del movimiento la figura del poeta cobraba un rol esencial. Como puede leerse en el manifiesto Nosotros tenemos la razón: “Nosotros creemos en la poesía como elemento transformador y creemos que el poeta es la imagen más auténtica de la realidad, el punta de lanza de cualquier sociedad”. El poeta era el encargado de guiar a las masas hacia su despertar revolucionario mediante la plasmación de la realidad íntegramente, señalando todos sus aspectos, pasando por el lenguaje coloquial de las calles, los sujetos sociales marginales que habitan esta sociedad en transformación, sus vivencias cotidianas, etc. Para tal fin, se utiliza la estética del poema integral, planteado por Juan Ramírez Ruiz en su primer libro Un par de vueltas por la realidad. En ese sentido, el poeta ocupa un lugar privilegiado por ser aquel que transmita todos estos aspectos en su poesía. Para Carlos López Degregori: “El poeta horazeriano se autopresenta así como un iluminado, alguien que es superior como personaje vital al margen de los textos que produce y que está llamado, en un renacimiento romántico a cancelar el pasado y a conquistar la poesía del futuro” (2006: 120). Este poeta se constituye como el único capaz de escribir la nueva poesía transformadora y, por ende, debe encabezar la nueva sociedad que nacerá como resultado.


Bibliografía:


BÜRGER, Peter

2009 “La negación de la autonomía del arte en la vanguardia”. Teoría de la vanguardia. Buenos Aires: Las cuarenta, pp. 67-77.


CHUECA, Luis Fernando

2006 “Alcances y límites del proyecto vanguardista de Hora Zero”. Intermezzo tropical. Lima, número 4, pp. 29-45.


HIGGINS, James

1993 “Hora Zero y la poesía como militancia”. En MILLA BATRES, Carlos (editor). Hitos de la poesía peruana. Siglos XX. Lima: Editorial Milla Batres, pp. 191-195.


LÓPEZ DEGREGORI, Carlos

2006 “Jorge Pimentel: LA CIUDAD DE LOS RELÁMPAGOS INACABABLES”. En la comarca oscura. Lima en la poesía peruana 1950-2000. Lima: Universidad de Lima, pp. 119-131.


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