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Foto del escritor Verushka Villavicencio Vinces

Gestión de Ciudades para el desarrollo humano

El reto a nivel mundial y nacional es cómo lograr que los ciudadanos vivan en las ciudades sin limitaciones en sus desplazamientos, circulación, accesos y permanencia siendo capaces de usar y disfrutar de servicios que cubran sus necesidades de salud, educación, empleo, transporte y cultura, como prioridad.



En ese sentido, por ejemplo, la planificación urbana de las ciudades abre un abanico de posibilidades ligadas al uso de ciclovías para proteger la calidad del aire, aliviar la congestión vehicular, reducir los tiempos en los desplazamientos e incentivar la salud de los ciudadanos mediante la práctica de la actividad física usando las bicicletas. Estas acciones exigen que se elabore un plan de trabajo con asignación presupuestal a cargo de funcionarios y técnicos con las capacidades necesarias.


Antonio Martínez, economista y director de la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado de Elche, en Valencia, España, afirma que “no se pueden dirigir ciudades del siglo XXI, con estructuras del siglo XX y dirigentes del siglo XIX”.


La planificación estratégica de las ciudades estuvo en manos de los arquitectos que las adecuaron a las necesidades de cada época hasta que las migraciones, las guerras, entre otros factores, fueron cambiando el rostro de los ciudadanos que las habitaban. El diseño de la planificación exige un análisis de la oferta (servicios), análisis de la demanda (lo que necesitan y lo que piden los ciudadanos), el análisis de los sistemas urbanos (actores que intervienen y que no necesariamente se ubican dentro del perímetro de la ciudad) y el análisis del entorno (fortalezas y oportunidades de los actores locales). Este proceso implica también que la población sea involucrada para que las autoridades escuchen su voz y para que aporten sus propuestas de solución al problema. La participación ciudadana no sólo debe plantearse para recoger demandas y aprobar actas de reunión, sino para que las autoridades ejecuten las acciones acordadas previa evaluación de su viabilidad. El personal técnico de los gobiernos regionales y locales puede mejorar las normas y plantear las adecuaciones del caso. Un ejemplo clarísimo son las dimensiones de las rampas y sus formas, las cuales poco a poco, se han ido adecuando a las necesidades de las personas que usan silla de ruedas conforme al diseño universal, ampliando las adecuaciones al uso de los ciudadanos con discapacidad física, adultos mayores con movilidad reducida, niños, madres gestantes y personas de baja estatura. Otro ejemplo es el cuidado de las áreas verdes, así como a la recuperación de espacios públicos para que funcionen como zonas de interacción y descanso para los vecinos, con más árboles y plantas. Estos espacios pueden ser usados y disfrutados por los niños rumbo al colegio o por las madres junto con ellos, contribuyendo al desarrollo de capacidades y habilidades en la primera infancia. La lista de ejemplos es larga e interminable de acuerdo a cada comuna.


Lo cierto es que, en todo este diseño, se ha dejado de lado al ciudadano como centro de la planificación urbana. La persona debe tener garantizado su desarrollo humano con el máximo bienestar posible, independientemente de su condición. Ese bienestar es físico, mental y social, de acuerdo a la política de Promoción de la Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entonces, implementar este enfoque en la planificación urbana no implica sólo la creación de ciclovías, sino que significa una serie de medidas de educación vial donde se respete el tránsito de todas las personas. Ahora tenemos scooter, bicicletas, motos y personas con patines usando las ciclovías y subiendo en las veredas, cruzando por delante y detrás de adultos mayores que caminan con dificultad y madres con sus coches de bebés. Realmente es un milagro que no se haya ocasionado un accidente masivo en varios distritos de Lima.



La gestión de la ciudad para el desarrollo humano implica colocar como prioridad al ser humano y sus necesidades con una mirada capaz de traducir sus demandas en un servicio, proyecto, programa, plan o política que sea sostenible para su escalamiento y réplica. Cada gobierno regional y local puede ser un espacio para el diseño, implementación, seguimiento y monitoreo de estas medidas de gestión, de acuerdo al ciclo de proyectos. En esa lógica, la hoja de ruta demanda que se articulen internamente todas las gerencias de estos niveles de gobierno con enfoques transversales de desarrollo humano. Y del mismo modo, por ejemplo, los ministerios podrían tener planes compartidos para el combate de la anemia en niños, para el trabajo con los adultos mayores, personas con discapacidad y todas las poblaciones que requieran especial protección.


La gestión de la ciudad con enfoque de desarrollo humano lleva como fin último la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. A pocos días de las Fiestas Patrias en Perú, los ciudadanos necesitamos escuchar soluciones a los problemas vinculados con las personas más desprotegidas que no sea sólo bonos, pues esta medida no es sostenible. Tampoco consideramos que el uso de la tecnología sea la exclusiva respuesta a la modernidad. Las “smart cities” o “ciudades digitales” facilitan la conectividad, pero no aseguran el uso de la misma por las comunidades más desprotegidas. Esta oferta de servicio denota una desconexión en el estudio de la oferta y demanda de esta propuesta.


Lima no es el Perú, la realidad de las ciudades en las regiones es diferente y requiere que las oportunidades de desarrollo se conecten con servicios que solucionen el día a día de los ciudadanos. Frente a los problemas más críticos, es preciso viabilizar soluciones innovadoras, nunca antes implementadas. Los gestores de desarrollo humano que las hemos implementado sabemos que es invaluable el logro. ¡Queremos Fiestas Patrias con esperanza!

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