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Foto del escritorJorge Del Castillo

Espejo boliviano

08/01/2023-ContraPoder (Diario Expreso)


En Bolivia en año 2019 se produjo una crisis que tuvo como resultado la renuncia y refugio de Evo Morales en México, luego que la OEA acreditara, tras una auditoría electoral, que el Movimiento al Socialismo MAS había cometido fraude en las elecciones, aparte del quebrantamiento constitucional que significaba una nueva reelección del líder cocalero, que estaba no solo prohibida, sino había sido decidida por el pueblo en un referéndum.



Eso dio lugar a la toma del poder de una presidenta interina, siguiendo el orden constitucional, la Sra. Janine Añez, actualmente injustamente detenida y sentenciada por la dudosa justicia boliviana. Pero el detalle interesante, es que la Sra. Añez terminó atrapada por su voluntad de postular a la presidencia, lo cual no era lo más aconsejable en esos momentos.


A esta iniciativa, se sumó la falta de criterio unitario de los sectores democráticos bolivianos que prefirieron activar cada uno sus propias candidaturas, así tenemos que a la presidenta interina se le sumaron como candidatos al ex presidente Carlos Mesa y al líder cruceño Luis Fernando Camacho, dividiéndose los votos entre ellos y facilitando la vuelta del MAS que un año antes salió por la pata de los caballos.


El MAS ganó con Luis Arce Catacora con el respaldo de Evo Morales, gracias al absurdo afán personalista de Añez, Mesa y Camacho, que no tuvieron la inteligencia ni la sensatez de integrarse, como en el Perú tampoco lo hicieron al año siguiente los candidatos que se proclaman democráticos y que con cierta unidad hubieran podido ganar las elecciones, pero no, prefirieron el afán personalista nuevamente, abriéndole las puertas a la elección de Pedro Castillo Terrones, candidato del partido comunista Perú Libre.


Ya sabemos de sobra el tremendo descalabro que significó el gobierno del Lápiz en incompetencia y corrupción; con sus trasnochadas ideas de Asamblea Constituyente y robo generalizado, 72 ministros, parientes involucrados y algunos fugados: los colaboradores eficaces y pruebas que iban apareciendo hasta el mismo día 7 de diciembre en que colapsó Pedro Castillo, se proclamó dictador, ordenó el cierre del Congreso y la intervención del sistema de justicia, incluyendo la detención de la Fiscal de la Nación, todo lo cual afortunadamente no prosperó.


Pedro Castillo, emulando a su ídolo, se quiso asilar en la embajada de México, sin éxito.


En Bolivia, gracias a la división que recordamos, se le entregó en bandeja de plata el poder al MAS, el cual con tremenda sed de venganza apresó a Janine Añez y la condenó a 10 años de prisión de manera abusiva e injusta. Luego apresaría a Marco Pumari, líder del Comité Cívico de Potosí y últimamente lo hizo de manera muy violenta con Luis Fernando Camacho, Gobernador de Santa Cruz, hecho que ha provocado una tremenda reacción en ese departamento.


Si nos miramos en ese espejo boliviano y se repite en el 2024 los errores divisionistas del 2021 en el Perú, nos correríamos el enorme riesgo a caer otra vez en una elección impropia como la de Pedro Castillo y no tengamos duda que, si eso pasara, la sed de venganza comunista sería implacable con los que ellos consideran autores de un golpe de estado contra Pedro Castillo y al igual que en Bolivia, terminarían presos de la manera más oprobiosa. Hay que construir consensos, no necesariamente unanimidad, pero una posición equilibrada, con sentido de desarrollo económico con justicia social, sería lo mejor.


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