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  • Foto del escritorPiero Gayozzo

Epistocracia y el derecho a tener buenos gobernantes

Hace unos días Martha Meier Miró Quesada escribió una columna polémica para muchos, sensata para otros. En ella denunció la relación entre votante desinformado y gobernantes ineptos, criticó la universalidad del voto y propuso que las personas que pagan impuestos sean las que voten y decidan el rumbo del país que con su trabajo y esfuerzo construyeron. Una alternativa interesante a un sistema de gobierno que para muchos es sagrado: la democracia.



Curiosamente, en el debate contemporáneo de la teoría democrática existe una propuesta que se enfoca en el derecho de los ciudadanos a tener buenos gobernantes antes que en el derecho de los ciudadanos a votar. Epistocracia es el nombre que en la academia se le ha conferido al tipo de gobierno en el que el poder es detentado por los que más conocen.

En una democracia los votantes son, por lo general, desinformados, pasionales o desinteresados. Esto permite que accedan al poder candidatos con programas fraudulentos o perfiles poco idóneos. Un mal gobernante puede destruir el país. Por ello, para proteger a la ciudadanía de los votantes y gobernantes ineptos, en una Epistocracia se restringe el derecho al voto a quienes no estén lo suficientemente informados.

Algunos modelos epistocráticos consideran apropiado que se tome examen a los votantes y solo quienes lo aprueben accedan al derecho al voto. El examen podría ser sobre las funciones de los puestos de gobierno, programas políticos de los candidatos o funcionamiento del gobierno, etc. Otros proponen que haya más exigencias para ser candidatos o que existan consejos técnicos que tengan capacidad de censurar políticas públicas infundadas que proponga alguna autoridad.

Sin sonar tan teórico, en Singapur los requisitos para ser candidato presidencial son tan altos que muy pocos ciudadanos cumplen con ellos. Entre otras exigencias se pide que el candidato se haya desempeñado como Director Ejecutivo de una empresa con 500 millones de dólares en capital por al menos 3 años o haber sido un alto funcionario del gobierno por la misma cantidad de tiempo. Este país es una suerte de epistocracia que ha cambiado la vida de sus ciudadanos en pocas generaciones.

La democracia fue útil, pero, como diría Jason Brennan, principal defensor de la epistocracia, pretender solucionar sus problemas con más democracia no parece ser una opción que todos estemos dispuestos a abrazar. Sobre todo porque existimos personas preocupadas por nuestro futuro y por ello tenemos el derecho a tener buenos gobernantes. Es momento de cuestionar si de verdad el voto universal es un derecho o un capricho impuesto.

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