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Foto del escritorPablo Alméstar

El poder del perro (2021)

Existe una fuerza misteriosa, atractiva e intensa que parte desde el fugaz inicio de este Western de la directora de culto Jane Campion, hasta el inusitado final, cuyo camino marca, quizá, la principal garantía de que hemos visto una gran película.


El Poder del Perro, adaptación de la novela homónima de Thomas Savage, se sitúa en una árida Montana en los dorados años 20 norteamericanos, en 1925 para ser exacto, aunque la cinta haya sido recreada en las llanuras neozelandesas. Los adinerados hermanos Burbank, son copropietarios de una enorme finca en donde crían y comercian con ganado y cultivos. Phil (Cumberbatch) es el hermano severo, adusto y de apariencia inquebrantable. George (Plemons), por otra parte, es una persona más cordial y acogedora. Cuando la llama del amor a primera vista engancha a George, este decide contraer matrimonio con Rose (Dunst), una viuda expianista, quien vive con su hijo, un muchacho sensible y aparentemente frágil llamado Peter (Smit-McPhee).



La premisa inicial es solo un pasaje más por el cual protagonista y coprotagonista dominan con holgura. Podríamos estar frente a una sola historia de amor, encarnada por aquella relación matrimonial entre George y Dunst, quienes no hacen, para nada, un mal papel. Pero se trata no solo de aquella demostración bondadosa de amor, sino de la búsqueda del deseo paralela que encarna el coprotagonista Peter al llegar a tierras desconocidas. Él tendrá que enfrentarse a la homofobia de los empleados de su padrastro y a la tempestuosa y fastidiosa actitud del hermano de su padrastro, un tipo con una implosión interna producto iracundo del recuerdo, de aquel temor del olvido y quien esparce una misantropía más que evidente cada que tiene que conocer a alguien nuevo.


La mirada femenina de la directora Campion recorre una contradicción simbólica entre aquel machismo instaurado en el western de antaño frente a esta búsqueda del deseo amical y amoroso. Si bien, es algo tonto creer que para el antiguo western estos discursos podrían siquiera ponerse en boga, la película revela, poco a poco, las verdaderas intenciones que un aparente personaje patriarcal y homofóbico, como lo es el protagonista Phil, va incluso descubriendo por cuenta propia al establecer una relación de mentor/alumno con el hijo sensible y frágil, mal dicho afeminado, de la alcohólica Rose. Un metraje que a la mitad se transforma por completo, haciéndolo de igual manera con los personajes y dotando los arcos dramáticos de estos con giros que revuelcan o revolcarán del asiento hasta al más duro espectador. La masculinidad desnudada avanza firme en instancias simbólicas, como la de los encuentros repentinos de los objetos ajenos, las revistas de moda, los espionajes voyeristas, las cabalgatas en dueto, aquella pregunta sobre la sombra en la montaña y aquella referencia fálica con la soga atada. Al compás de la atrapante música del excelente Jonny Greenwood y, por si fuera poco, con una fotografía poderosa bajo el lente de Ari Wegner, Campion dirige la orquesta general con el pulso que hay que tener para poder ofrecer tamaña película distribuida a través de una pantalla chica como lo es el streaming de Netflix y compañía.


No considero que esta deconstrucción autoral de Campion sea un neo-western revisionista ni una crítica al género ni al gender. (Género sexual y fílmico). La cinta arranca por un camino entre piedras y trocha y termina en aquel valle montañoso, que no remite ni acerca a un discurso obligatorio, sino más bien a un contraste autoral, una mirada interesantísima de la directora, quien apunta ser la gran galardonada este año con el Oscar a mejor dirección. La gran favorita llevarse el Oscar este año es El Poder del Perro. Dato que no significa poco, pero tampoco significa mucho.


A opinión: Gran película, pero muchas gracias por participar.

Disponible en Netflix.


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