El pasado 22 de noviembre el presidente Pedro Castillo acudió a la playa Pescadores, ubicada en el distrito de Chorrillos, acompañado de algunos invitados y sus agentes de seguridad. El incidente no fue ajeno a distintos comentarios en redes sociales, los cuales, en lugar de generar críticas válidas sobre un determinado acompañante del mandatario, terminó degenerando en un sector que no tuvo mejor idea que criticar la ropa de baño que utilizó.
Ciertas voces salieron a indicar que el short utilizado por Castillo no era el “indicado” para él, ya fuera por no ser de su talla o por ser un modelo equivocado para el uso que se le estaba dando. Incluso algunos salieron a indicar que no era original. Esta fijación con la vestimenta del presidente no fue otra cosa que un reflejo del profundo clasismo ejercido hacia su figura. El hecho de que se le quiera corregir y avergonzar por una cuestión tan irrelevante no hace más que indicar cómo es que hay ciudadanos que lo consideran un inferior contra el que hay que arremeter si no cumple con ciertos estándares esperados de una persona en su cargo.
A esto se agrega que la verdadera importancia del hecho se desvió por completo. En lugar de criticar la vestimenta del gobernante, debieron abundar los señalamientos hacia uno de sus acompañantes: Luis Hurtado Valencia. Esta persona fue rector de la Universidad Las Américas, cuya licencia institucional fue denegada por la Sunedu. A ello se suma que el auditorio de la institución fue utilizado con anterioridad como sede de eventos del congresista de Perú Libre Edgar Tello y que también albergó a la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú (Fenate), gremio de docentes formado por Castilo, en una reunión del 10 de agosto a la que acudió el expresidente boliviano Evo Morales.
Luis Hurtado Valencia también registra una visita al ministro de Carlos Gallardo el 15 de noviembre, según el portal de transparencia del Ministerio de Educación. El presidente Castillo todavía no se ha pronunciado respecto a esto, pero es claro que su relación con este personaje será algo que deberá aclarar con prontitud. Sin embargo, en lugar de que la discusión de la opinión pública girara en torno a este hecho, más de uno decidió centrarse en criticar la ropa de baño del mandatario y exigirle una vestimenta “correcta”.
Es claro que desde el inicio del mandato de Pedro Castillo (e incluso durante la segunda vuelta) los comentarios clasistas y racistas hacia su persona se han dado una y otra vez. Todo ello no hace más que evidenciar el profundo desprecio que un sector de la población tiene hacia su figura y lo que representa. Tales comportamientos tienen el problema agregado de desviar el ojo crítico hacia los temas que sí deben ser observados y sobre los que sí es válido exigir respuestas. Es cierto que este gobierno ha cometido diversos errores y los sigue cometiendo, pero si la opinión pública se deja vencer por los prejuicios tan típicos de una sociedad como la nuestra, no podremos estar alertas a lo que realmente importa.El pasado 22 de noviembre el presidente Pedro Castillo acudió a la playa Pescadores, ubicada en el distrito de Chorrillos, acompañado de algunos invitados y sus agentes de seguridad. El incidente no fue ajeno a distintos comentarios en redes sociales, los cuales, en lugar de generar críticas válidas sobre un determinado acompañante del mandatario, terminó degenerando en un sector que no tuvo mejor idea que criticar la ropa de baño que utilizó.
Ciertas voces salieron a indicar que el short utilizado por Castillo no era el “indicado” para él, ya fuera por no ser de su talla o por ser un modelo equivocado para el uso que se le estaba dando. Incluso algunos salieron a indicar que no era original. Esta fijación con la vestimenta del presidente no fue otra cosa que un reflejo del profundo clasismo ejercido hacia su figura. El hecho de que se le quiera corregir y avergonzar por una cuestión tan irrelevante no hace más que indicar cómo es que hay ciudadanos que lo consideran un inferior contra el que hay que arremeter si no cumple con ciertos estándares esperados de una persona en su cargo.
A esto se agrega que la verdadera importancia del hecho se desvió por completo. En lugar de criticar la vestimenta del gobernante, debieron abundar los señalamientos hacia uno de sus acompañantes: Luis Hurtado Valencia. Esta persona fue rector de la Universidad Las Américas, cuya licencia institucional fue denegada por la Sunedu. A ello se suma que el auditorio de la institución fue utilizado con anterioridad como sede de eventos del congresista de Perú Libre Edgar Tello y que también albergó a la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú (Fenate), gremio de docentes formado por Castilo, en una reunión del 10 de agosto a la que acudió el expresidente boliviano Evo Morales.
Luis Hurtado Valencia también registra una visita al ministro de Carlos Gallardo el 15 de noviembre, según el portal de transparencia del Ministerio de Educación. El presidente Castillo todavía no se ha pronunciado respecto a esto, pero es claro que su relación con este personaje será algo que deberá aclarar con prontitud. Sin embargo, en lugar de que la discusión de la opinión pública girara en torno a este hecho, más de uno decidió centrarse en criticar la ropa de baño del mandatario y exigirle una vestimenta “correcta”.
Es claro que desde el inicio del mandato de Pedro Castillo (e incluso durante la segunda vuelta) los comentarios clasistas y racistas hacia su persona se han dado una y otra vez. Todo ello no hace más que evidenciar el profundo desprecio que un sector de la población tiene hacia su figura y lo que representa. Tales comportamientos tienen el problema agregado de desviar el ojo crítico hacia los temas que sí deben ser observados y sobre los que sí es válido exigir respuestas. Es cierto que este gobierno ha cometido diversos errores y los sigue cometiendo, pero si la opinión pública se deja vencer por los prejuicios tan típicos de una sociedad como la nuestra, no podremos estar alertas a lo que realmente importa.
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