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Foto del escritorJuan Vidal

Cuando la fe traspasa el amor y la devoción

El Señor de los Milagros es el atractivo religioso más influyente en el país desde 1660. Desde esa época en adelante muchas cosas han cambiado. La fe, no. Pese a la dura pandemia que hemos vivido todos, el amor, el cariño y la devoción al Cristo Moreno nunca se exhumó.

Conversamos con Alex Buenaño, Ex integrante de la Hermandad de Magdalena del Mar y fiel creyente del Sr. de los Milagros desde niño, quien profundiza y le da valor a las bandas procesionales que, -al igual que los devotos-, siempre están con el Cristo Moreno en todo momento.





Nos comenta que tuvo el honor de pertenecer a la banda procesional del Señor de los Milagros, un grupo humano al que no se le da la cobertura necesaria por su loable labor y aferrada pasión de ir detrás de la imagen así haya sol, lluvia o, incluso, una pandemia. Esto último, por temas de protocolos de las autoridades sanitarias, no está permitido, no obstante, sin lugar a duda la banda estaría presente de todas formas.

Buenaño cuenta que el anda que cargan las personas pesa una tonelada, y que cada cargador lleva más de 50 kg por hombro. “La hermandad infantil del Sr. De los Milagros en Magdalena del Mar se fundó en el 2008 y podría decir que soy uno de los fundadores porque me adherí ese año. Mi abuelita un día me dijo que habían avisado que iban a sacar una imagen del Sr. de los Milagros por el barrio y me consultó si quería participar … y acepté. Participé hasta los 17 años. Con respecto a las veces que los cargadores llevan el anda, solo tienen una jornada. En otros distritos como Magdalena que tiene solo 6 cuadrillas a comparación de las 20 cuadrillas y 5 sectores que tiene la hermandad de Lima, acá puedes cargar hasta 8 veces, la imagen grande”, cuenta.

Alex, emocionado, recuerda esa experiencia que lo llevó a fortalecer más ese lazo, ese hilo conductor de amor que une a los devotos del Señor de los Milagros. “El capataz de la 6ta cuadrilla del Sr. de los Milagros que lo conformaban los padres de familia del Colegio Salesiano Rosenthal de la Puente, me incluyen para poder cargar la imagen. Pese a que la cuadrilla era de 16 a 20 personas, la imagen pesaba una tonelada. Esa experiencia es dolorosa, pesante, pero la devoción ayuda a afligir ese dolor. El cargador aprovecha este momento para dejar sus plegarias por su familia y pedir perdón de sus pecados. Es un penitente”.





Buenaño, hace un poco de contexto sobre las bandas procesionales que representaron y acompañaron por años al Sr. de los Milagros.

“A finales de 1800, una de las bandas más icónicas fue la banda de la Guardia Republicana, que después se unió a otras divisiones y hoy en día es la Policía Nacional del Perú. Ellos acompañaban con los valses, pero no los valses criollos. Tocaban las marchas fúnebres españolas que eran tocadas para Semana Santa. La primera marcha documentada es la famosa Marcha Oficial al Sr. de los Milagros conocida como el Sr. De Luren. En el año 1970, el músico peruano Carlos Pickling, se da cuenta que las marchas procesionales son largas de 7 a 8 minutos, entonces, él crea una marcha muy conocida que el que suele ir a las procesiones sabe a lo que me refiero, y es el famoso “Padre Mío”. Es más corta y fácil de tocar, los otros arreglistas empezaron a tomar esa línea, marchas más cortas para que en mitad de la jornada no te corten”.

Asimismo, explica que la banda procesional del Señor de los Milagros tuvo constantes variaciones musicales, antes tenía una sonoridad europea, pero con el paso del tiempo se fue haciendo una versión más peruana, “similar a los valses”. “Se asemejan a los valses de las épocas de 1940, es más, la marcha procesional Mártir de Gólgota cuando es tocada por la banda de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) es bastante lenta y puede durar hasta 11 minutos”.


Los Auténticos del Callao y la Banda Nazarena


“Los Auténticos del Callao toca dentro del monasterio cuando el Sr. va a salir a hacer su recorrido o está en su segundo recorrido y, el que siempre ha seguido las procesiones, se habrá percatado que en ese momento suenan dos bandas y es que dentro están Los Auténticos del Callao y afuera está la Banda Nazarena despidiendo al Sr. Fuera de ellas también participan bandas de ciertos colegios o universidades, por ejemplo, la banda de exalumnos del Bartolomé Herrera, la banda de la Villareal, la banda de los alumnos Salesianos, de la cual yo pertenecí un tiempo”, explica.

Y es que, además de la fe y la devoción masiva que conglomera el Cristo Moreno -salvando las distancias-, indudablemente el Sr. de los Milagros es un “espectáculo” en términos musicales y pintorescos. Es así como Buenaño describe su experiencia de tantos años asistiendo a la procesión, pues relata el valor de las bandas procesionales, ese ingrediente complementario que, incluso, es también lo que motiva a los fieles y no fieles a presenciar la procesión.


“Es interesante comprender como el soundtrack del Sr. de los Milagros hace que la procesión sea más pintoresca. Yo siempre he pensado esto: si la procesión no tendría banda, no iría tanta gente como la que va, solo irían un momento. La banda maximiza la intención. Es como el cine mudo, que no fue o no es igual que el cine con sonido, porque el hecho que el soundtrack conecte con el acto, con la escena, dota de mayor significado el momento. Con esa analogía, las bandas procesionales cumplen ese papel”.

Buenaño hace hincapié en un momento especial durante los días festivos en el mes morado. “La última jornada del Sr. de los Milagros, cuando el Cristo Moreno está por ingresar al monasterio en la Av. Tacna, se suele tocar una marcha dirigida al Señor de los Milagros N° 16. Y esto tiene una esencia tan melancólica y tierna que la gente llora, aplaude y, lo más importante, la gente tararea. Por ello digo, la gente no solo va para ver al Señor de los Milagros, sino también para ver el espectáculo que engloba esta celebración”.

Esto es un poco lo que transmite el Cristo de Pachacamilla. Cuando la fe sigue intacta, traspasa el amor y la devoción hacia un ser que guarda a todos los peruanos y siempre sus puertas estarán abiertas para escuchar lo que a veces no se puede expresar con palabras, ni con mensajes de textos, sino, sólo con hacerse la señal de la cruz, agachar la mirada e implorar desde lo más profundo del alma por los nuestros… en silencio.


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