La filosofía nos otorga la posibilidad de encontrar explicaciones al comportamiento humano y si la unimos a la ética podremos valorar nuestra realidad.
Para la doctora en genética, Pilar Calva, existe una clara diferencia entre los actos del hombre y los actos humanos. El primero se refiere a todos aquellos que el hombre realiza en los cuales no tiene control absoluto como sentir hambre, sueño o respirar. El segundo incorpora la voluntad y es entonces cuando el hombre consiente o no una acción. En un ejemplo sencillo, si una persona siente hambre y decide robar para saciarla, entonces realiza un acto humano que implica cometer un delito al tomar algo que no le pertenece y, por tanto, está sujeto a un juicio ético.
El dilema al que estamos enfrentados todo el tiempo es equiparar los actos del hombre con los actos humanos. Esto se puede apreciar al analizar la situación del aborto en el mundo.
“No existen seres humanos superiores a otros. La vida de la madre es tan valiosa como la vida del bebé por nacer. En ese sentido, el aborto terapéutico que prioriza salvar la vida de la madre sobre la del bebé por nacer se contradice, porque ninguna vida es superior a otra. Se trata de una decisión, por tanto, es un acto humano”, señala la doctora Calva en su programa en EWTN.
Pilar Calva fue alumna del doctor Jérôme Lejeune, quien descubrió la primera anomalía cromosómica en el hombre: la trisomía 21 o Síndrome de Down. Y a lo largo de su vida, este médico francés y docente de genética, atendió a 6 mil pacientes con esta discapacidad. Calva sostiene que gracias a su maestro logró identificar que el descubrimiento no debía servir para eliminar la vida de los niños afectados por este síndrome porque no se les podía curar. “Él me enseñó que la medicina no es para terminar con enfermos, sino para terminar con enfermedades”, señaló la doctora Calva al diario La Prensa Gráfica.
En Europa, aunque cada vez se conciben más niños con esta alteración cromosómica que provoca el Síndrome Down y también cada vez son menos los que llegan a nacer, de acuerdo a un reporte de BBC News Mundo. La lectura de esta situación indica que el miedo ante la crianza de niños con Síndrome Down u otras condiciones conduce a la madre a suspender el embarazo. También sumaría a esta decisión la ausencia de oportunidades para encontrar una solución que no vulnere la vida del bebé.
En este escenario, en Estados Unidos se realizarán elecciones en noviembre próximo y un tema decisivo para la agenda de los candidatos es su posición sobre el aborto. Actualmente en todo el país conviven tres tipos de legislaciones sobre este tema: permitido, restringido y prohibido. El año pasado se practicaron más de un millón de abortos sin incluir los que se realizaron fuera del sistema de salud, según el Instituto Guttmacher, que señala que representa el 10% de aumento en toda una década, de acuerdo a la publicación en el Diario El País.
En New York, uno de los estados en los cuales el aborto está permitido hasta la vigésimo tercera semana, una pequeña comunidad de religiosas denominada “Hermanas por la Vida”, acompañan a las mujeres embarazadas y les ofrecen encargarse del bebé. Mayormente se trata de migrantes quienes reciben cuidados durante el embarazo y después del parto. Las religiosas les otorgan hasta dos años -como tiempo límite-, para la decisión final de dejar al bebé. Si la madre adopta esta decisión, el bebé es derivado a un hogar del Estado para la adopción. Han formado una comunidad que recibe el apoyo de personal voluntario, médicos, psicólogos, enfermeras y otras mujeres que decidieron asumir la responsabilidad de la vida de sus hijos, evitando el aborto. En este entorno, la madre se siente acogida y acompañada. Buscan que su decisión no responda a un momento de soledad frente a la ausencia de oportunidades.
“Embarazada, muévete con libertad, no con miedo”, es la frase que conecta a las mujeres con las hermanas para darles contención que se encuentra publicada en su página web. En los casos de las mujeres que practicaron la suspensión del embarazo, las hermanas les brindan un espacio de oración y reconciliación para que puedan continuar con sus vidas a luz de la fe.
Las Hermanas por la Vida cuentan con casas en Estados Unidos y Canadá donde alojan y asisten a las mujeres embarazadas y asumen a los bebés hasta que se decida su situación. Viven de donaciones y colectas que realizan al pie de la Catedral de San Patricio.
Esta practica de actos humanos que responden a darle oportunidades a mujeres que enfrentan momentos críticos son un ejemplo de la ética al servicio del hombre. En Perú tenemos ejemplos similares en el Hogar de las Bienaventuranzas con el Padre Omar, quien acoge a todos los bebés que le llegan con la frase: “Bienvenido a casa”.
Si pensamos el problema de la suspensión del embarazo desde la “Promoción de la Salud”, nos daremos cuenta que hay múltiples dimensiones que trabajar en la persona, familia y comunidad como factores protectores de la vida del bebé por nacer. El análisis de las determinantes sociales de la salud nos brinda también la decisión de un abordaje desde las raíces de esta situación y no desde la solución del efecto del problema. Si continuamos centrándonos en los efectos cada vez estaremos más lejos para soluciones integrales.
La vida es muy corta para invertirla en momentos que desconozcan nuestra esencia. Más actos humanos cosecharán nuevas oportunidades para la vida.
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