El pasado lunes 25 de octubre la periodista Juliana Oxenford y el expremier Guido Bellido tuvieron una acalorada entrevista en el programa de ATV Al estilo Juliana. El incidente ocurrió cuando Bellido le preguntó a la conductora a qué se refería cuando está lo calificó de “impresentable”, a lo que el congresista respondió resaltando sus orígenes argentinos y el color de su cabello. Acto seguido, Oxenford señaló que “su problema es que es sumamente racista”.
Si bien es cierto que es reprochable la actitud confrontacional inicial del congresista al indicar que el calificativo de impresentable se debía a un acto de discriminación, la respuesta de la periodista, en la que afirmaba ser víctima de racismo, no tiene ningún tipo de asidero en la realidad. Tales declaraciones buscan legitimar la existencia del denominado “racismo inverso”, el cual es un concepto que carece de sentido. El racismo es una construcción histórica que refuerza estructuras sociales jerarquizantes donde ciertos grupos sociales son inferiores a otros en base a la idea de raza. Según el sociólogo Aníbal Quijano, la “raza” fue un concepto creado durante la conquista del continente americano, cuyo objetivo fue justificar la explotación colonial y enmascararla como desarrollo, modernidad y progreso. Esta nueva articulación de relaciones sociales se expandió posteriormente al resto del mundo con las conquistas imperialistas de distintos países europeos a lo largo de los siglos XVIII y XIX. Por ende, la “raza” fue acuñada e instrumentalizada por sujetos blancos europeos en contra de grupos sociales diversos de culturas y color de piel distintos.
En esa línea, el racismo no puede ser ejercido sobre sujetos blancos, ya que históricamente estos han sido quienes utilizaron esa forma de discriminación para someter a distintos pueblos colonizados.
Un acto racista implica el impedimento de ejercer la condición humana, con todos los derechos intrínsecos que ello conlleva, por el entendimiento de un otro no blanco como inferior por su color de piel. Lo sucedido el último lunes en el programa de Juliana Oxenford no puede ser señalado como racismo, porque en ningún momento se le negó algún derecho básico a la periodista ni se le menospreció por su blanquitud. Es importante señalar los errores que se cometen cuando se afirma la existencia de “racismo inverso”. Los resultados de creer en su validez son la invisibilidad de la violencia histórica que se ha cometido en contra de infinidad de pueblo no blancos y el menosprecio de las luchas reivindicativas de distintos grupos humanos que buscan la visibilización de su cultura, así como la pertinencia de señalar las profundas diferencias que siguen existiendo entre sujetos blancos y no blancos, y las restricciones que aquello genera hasta el día de hoy.
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