Hoy, 12 de septiembre, se cumplen 32 años de uno de los momentos más decisivos en la historia del Perú: la captura de Abimael Guzmán, líder de la organización terrorista Sendero Luminoso. Este logró significó un golpe crucial en la lucha contra el terrorismo que ha devastado a nuestra nación durante más de una década, dejando una aun sentida resaca de muerte y violencia que jamás podremos, ni debemos, olvidar.
Sendero Luminoso, dirigida por Guzmán, desencadenó una ola de violencia implacable en nombre de un proyecto radical que tenía como finalidad instaurar una dictadura del proletariado. Lo único que consiguieron fue sembrar terror en las zonas rurales y urbanas, robándonos la vida de más de 70,000 peruanos, según indicó el informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Cada vida arrebatada representa una herida en nuestra memoria colectiva, un golpe que aún se siente, y que sirve como perenne recordatorio de cuán frágil es la paz, lo valiosa que es la democracia y cuán necesario es actuar para que ambas se mantengan vigentes en nuestra sociedad.
El 12 de septiembre de 1992, la captura de Abimael Guzmán por parte del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) marcó un punto de inflexión en la lucha contra Sendero Luminoso. Este operativo, realizado sin un solo disparo, fue un ejemplo de la capacidad del Estado peruano para enfrentar al terrorismo. Hoy, más de 3 décadas después, los integrantes del GEIN siguen recibiendo honores y agradecimiento por su acto heroico. Sin embargo, es ingrato olvidar que la caída de Guzmán no significó el fin inmediato de la violencia. Sendero Luminoso siguió operando en las zonas más alejadas del país, y otros grupos radicales, como los terroristas del MRTA, continuaron representando una amenaza para nuestra tranquilidad.
A pesar de los logros en la lucha contra el terrorismo, es importante mencionar que, en la búsqueda de la paz, hubo excesos del propio Estado. Esto hoy nos exhorta a actuar desde donde estemos para mantener siempre la justicia y el respeto por los derechos humanos, pilares fundamentales en la lucha contra cualquier forma de violencia. ¿Lo estaremos consiguiendo?
Hoy, 32 años después, todavía enfrentamos desafíos significativos para fortalecer la democracia y consolidar la seguridad de toda la ciudadanía. Aunque el terrorismo fue vencido por nuestros héroes militares, las ideologías radicales que alimentaron a grupos como Sendero Luminoso, haciendo “trabajo de hormiga”, aún se mantienen presentes en ciertos sectores. Por ello, es obligación de todos, al ser parte de una sociedad libre y democrática, bloquear todas las posibilidades de resurgimiento para este pasado oscuro.
No podemos ignorar que a la fecha algunos actores políticos parecen ignorar, o incluso justificar, el sufrimiento generado por Sendero Luminoso. Frente a estas amenazas, es vital ponernos firmes y fuertes, mantenernos unidos, vigilantes y firmes en la defensa de nuestra democracia y nuestras libertades.
Este recordatorio de 32 años de la captura de Abimael Guzmán también sirva para rendirle homenaje a quienes ya no están, sea porque sacrificaron sus vidas a cambio de la tranquilidad y la libertad en el Perú, o porque el radicalismo se las robó injustamente. Todos ellos merecen nuestro reconocimiento.
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