Este jueves se cumplieron los primeros cien días del gobierno de Pedro Castillo. Luego de una controvertida segunda vuelta, donde se enfrentaron dos posiciones ideológicas contrapuestas, Castillo llegó a Palacio de Gobierno de la mano de Perú Libre.
El eslogan “No más pobres en un país rico” manifestaba cambios profundos en beneficio de los desamparados. Sin embargo, es prácticamente nulo el cambio positivo que se ha observado durante estos tres últimos meses.
La pobreza de hecho, se mantiene presente. Debido a la falta de recursos económicos en los hogares peruanos, el gobierno optó por entregar un nuevo bono, Yanapay, como medio para paliar la situación de crisis que viven millones de peruanos. Si bien el objetivo de esta política era ayudar a la población, lo cierto es que los bonos no permitieron un cambio en el estilo de vida, el cual se ha mantenido precario mientras que los problemas como falta de empleo e incremento de la informalidad se mantienen.
Asimismo, las declaraciones ambiguas del presidente han afectado indirectamente a la economía nacional. Los cambios de discurso entre el respeto a la propiedad privada y las intenciones de nacionalización han generado cambios volátiles en el dólar, el cual se mantiene aún sobre los 4 soles. Aunque es cierto que el ámbito económico ha sido el aspecto que más se menciona ya sea a través de reportajes sobre el dólar o la subida del costo de los insumos diarios, en el campo político también han existido proyectos que no llegaron a concretarse. Tal es el caso de las promesas de campaña como una nueva constitución, de la cual se habló reiteradas veces, pero que ahora parece ser más un sueño lejano para Perú Libre y Pedro Castillo. Incluso el anhelo de crear un programa para la inserción laboral de peruanos sin empleo ha terminado sin un rumbo fijo. Por otra parte, los conflictos con el Congreso derivaron en seguidas crisis políticas, donde la vacancia por incapacidad moral era un discurso constante y avizorado por diversos congresistas. La falta de manejo del presidente en la toma de decisiones reflejaba un Ejecutivo débil, sin propuestas claras y con ministerios dirigidos de forma improvisada. Las remociones de trabajadores anteriores para colocar a personas cercanas al partido, han sido evidencia de ministros patrimonialistas que buscaban fabricar redes clientelares.
Esta clase de situaciones generaron críticas en la capacidad de delegar de Castillo, ya que optó por ministros cuestionados como Guido Bellido y el recién retirado, Luis Barranzuela. En este sentido, parte de la población consideraba que Vladimir Cerrón mantenía gran influencia sobre Castillo y las decisiones dentro del gobierno, de modo tal que el ideario presentado en un inicio parecía estar presente y ser una prioridad.
Por otra parte, en temas de política exterior, se han llevado a cabo decisiones oportunas como la salida del Grupo de Lima, que terminó por fallar en su objetivo, y la posición en contra de la dictadura en Nicaragua. No obstante, esto se ve opacado por la intención de designar personajes como Richard Rojas en la embajada de Venezuela, quien está siendo investigado por un presunto lavado de activos para la campaña presidencial de Castillo.
Aún con todo lo mencionado, parece que el Ejecutivo trata de generar nuevos proyectos en beneficio de los ciudadanos. Con un nuevo gabinete al mando de Mirtha Vásquez, el cambio radical que caracterizaba a Perú Libre parece estar quedando atrás frente a un gobierno que se va moderando, pero que continúa con el objetivo de responder ante las necesidades insatisfechas de la población. Además, frente a la nueva oposición en el Congreso que proviene de la misma bancada de Perú Libre, se prevé un futuro antagónico entre Cerrón y Castillo, lo cual reduce las probabilidades de proyectos radicales en conjunto como se sospechaba en las primeras semanas de gobierno. Sin embargo, con un partido seccionado y el apoyo popular disminuido, Pedro Castillo nos deja un futuro incierto, donde tendrá que observarse qué medidas se llevarán a cabo eventualmente. Si es la recuperación de las bases y un posible regreso a propuestas extremas, o seguir un camino moderado, con menor respaldo y más vulnerable a la oposición de Fuerza Popular, Avanza País, Renovación Popular, entre otros.
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